24 septiembre 2025
- Llevo varios días, quizás semanas, intentando dejar mi relato sobre lo que sucede en Palestina desde un punto de vista aséptico, neutral y equilibrado y hoy, por fin, me salió.
- Le anuncié a Maria que hoy iba a hablar del Paracetamol y de la realidad de sus efectos contrastados, pero ya lo hice ayer mismo dejándole otro artículo que publiqué hace unos días en esnotia.co: https://esnoticia.co/noticia-123823-las-barbaridades-de-tump-no-tienen-limite-ahora-el-paracetamol
Y, ahora, nos vamos a Palestina:
- Hablar de Palestina es hablar de una herida abierta en la historia contemporánea. El territorio que hoy conocemos como Palestina estuvo durante siglos habitado por comunidades árabes, cristianas, musulmanas y judías que convivieron bajo distintos imperios, hasta que el siglo XX lo convirtió en el epicentro de uno de los conflictos más prolongados y dolorosos de nuestro tiempo.
- El origen de su situación actual se remonta a la caída del Imperio Otomano y a las decisiones coloniales de Reino Unido y Francia, que dividieron la región en mandatos tras la Primera Guerra Mundial. Más tarde, la creación del Estado de Israel en 1948 y las sucesivas guerras árabe-israelíes, llevaron al desplazamiento masivo de la población palestina, generando un éxodo que todavía hoy sigue sin resolverse.
- Se dice a menudo que los palestinos sufren el desprecio de sus propios hermanos árabes o musulmanes. La realidad es más compleja: aunque la causa palestina ha sido enarbolada como bandera por muchos países de mayoría árabe e islámica, en la práctica los apoyos han sido desiguales y a menudo condicionados por intereses políticos internos o por presiones internacionales. No se trata tanto de odio hacia los palestinos, sino de un entramado de tensiones regionales, rivalidades históricas y, en algunos casos, miedo a asumir el peso de un conflicto que parece no tener fin.
- Respecto a la pregunta que yo me hago de por qué los países vecinos no los acogen masivamente, la respuesta tampoco es simple. Jordania y Líbano, por ejemplo, ya cuentan con grandes comunidades de refugiados palestinos, lo que ha generado tensiones sociales y económicas difíciles de sostener. Otros países de la región han preferido mantener la presión internacional sobre Israel y Occidente, en lugar de integrar plenamente a los desplazados, bajo el argumento de que hacerlo equivaldría a renunciar al derecho de los palestinos a regresar a su tierra.
- En este vacío, Europa y en menor medida otros rincones del mundo, se han visto empujados a acoger, defender o al menos alzar la voz en nombre de los palestinos. Sin embargo, esto también plantea un dilema: ¿es suficiente ofrecer refugio a quienes huyen, si no se aborda la raíz del conflicto?
- Palestina no es solo un conflicto entre vecinos, ni un asunto exclusivamente religioso o territorial: es un espejo que refleja las contradicciones de nuestro tiempo, donde los derechos humanos chocan con los intereses geopolíticos. Mientras no se logre un horizonte de paz y justicia real, seguiremos viendo cómo el peso de esta tragedia se reparte de manera desigual entre quienes la sufren, quienes la sostienen y quienes intentan aliviarla desde la distancia.
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